Como en cualquier organización y en cualquier equipo de trabajo, las personas desempeñan diversos roles ante la vida. Cada persona asume un papel en base a una actitud y, en consecuencia, desarrolla unos u otros comportamientos. Obviamente, no pretendo catalogar a las personas, pero en función de unos motivos o circunstancias personales, las personas adoptan diferentes actitudes que definen cómo viven su propia vida.
Así, identifico cuatro actitudes ante la vida, en función de la actividad o proactividad y del nivel de disfrute y satisfacción, como si hiciéramos una gráfica con cuatro cuadrantes.
El observador (baja proactividad, alta satisfacción): es aquel que apenas interactúa, vive dentro de su zona de confort, no aspira a más porque se siente feliz tal y como vive, su felicidad se basa en la tranquilidad de observar sin ser juzgado ni incurrir en riesgos “innecesarios”. No molesta, no sabe que quizá podría ser más feliz, que podría aprender más cosas, simplemente es conformista con lo que tiene. Si envidia no lo dice. Necesita un empujón, un aliciente, algo se despierta en él cuando se acerca a alguien que irradia entusiasmo, lo cual le genera inquietud. Generalmente evoluciona (hacia un lado u otro), aunque no tome la iniciativa sí deja puertas al cambio y esta evolución dependerá, en cierto modo, de su entorno y circunstancias.
Vive y deja vivir (alta proactividad y satisfacción): disfruta cada instante pensando únicamente en su felicidad y en compartirla con los que le rodean. No molesta, no critica, tiene su propia forma de vida pero acepta otras y las respeta. Es curioso, tiende a conocer cosas nuevas, establecerse pequeños retos y tratar de superarlos, aprender cada día. Exprime cada minuto, su filosofía es “carpe diem”. Tiene inquietudes diversas y las persigue. Es optimista e irradia positivismo. Es un espíritu que se transmite fácilmente y, en raras ocasiones “involuciona”.
El perro del hortelano (alta actividad y baja satisfacción): el opuesto al anterior, como dicen, “ni come ni deja comer”. Definitivamente, no es feliz pero no lo sabe o no es capaz de afirmarlo. Mira y envidia lo que no tiene, pero por el contrario, tampoco toma medidas para alcanzarlo aunque tenga los recursos. No disfruta del día a día, se preocupa más del pasado, irradia pesimismo y mal humor. Generalmente, los que están a su alrededor captan el mensaje en seguida y “huyen”, ya que transmite negatividad y “mal rollo”. Critica constantemente y se queja de forma frecuente, en lugar de centrarse en alcanzar su propia felicidad.
Contenido (bajo nivel de actividad y satisfacción): se muestra indiferente ante la realidad que pasa por él/ella, no demuestra gran entusiasmo, controla cada emoción y cada reacción. Hace lo que es políticamente correcto pero en el fondo le gustaría hacer lo que no lo es. Establece una barrera a su alrededor, por lo que la gente a su alrededor decide guardar las distancias por miedo a “entrometerse”. Está preso en sus propios valores e imposiciones. Su vida se limita a hacer aquello que debe hacer y no tiene en cuenta aquello que pueda motivarle o de lo que verdaderamente pueda disfrutar.
Seguramente puedes identificar este tipo de actitudes a tu alrededor. Obviamente, unas no excluyen a otras y, precisamente, todos nos vemos obligados en ocasiones a adoptar otra actitud que no es tan propia de nosotros, simplemente porque la situación lo requiere. Todos nos hemos mostrado “contenidos” en algún momento, o hemos decidido “acomodarnos” y no asumir riesgos. Sin embargo, creer que somos felices y criticar a todo el que se cruza por delante no es felicidad plena.
No obstante, independientemente de la actitud que tomemos, lo verdaderamente interesante es ser capaz de disfrutar plenamente de nuestra vida sin hacer mal a nadie y compartir nuestra felicidad con los que nos rodean, sólo así alcanzaremos la máxima satisfacción.
La vida es para vivirla, no para contarla ni juzgarla.
Imagen: morguefile.com
M. Pilar Giménez Alvir dice
Me ha gustado mucho!! Aunque a todos nos gustaría ser el “vive y deja vivir”, hay dias que nos levantamos como el perro del hortelano.
Beatriz Valero dice
Totalmente de acuerdo Pili! Todo el mundo tiene de vez en cuando un mal día pero al final lo que importa es nuestra actitud en general!
Muchas gracias por los comentarios! un abrazo!
Coke dice
Otro buen post, yo creo que el éxito en la vida viene de tu forma de ver la vida y de las actitudes, pero la felicidad no viene de conseguir algo, sino de tener motivos por los cuales levantarse cada mañana.
Beatriz Valero dice
Coke gracias por tus comentarios! Eso es lo principal, levantarte pensando que vivir y disfrutar cada minuto realmente merece la pena!
un abrazo!
MJ dice
Muy bueno 🙂