Beatriz Valero

Reflexiones para inspirar el crecimiento personal

  • Blog
  • Sobre mí
  • Contacto

Nuestra verdadera motivación nos ilumina

4 septiembre, 2017 Por Beatriz Valero

La motivación está en tu mano

Llevo tiempo sin escribir, lo sé. Quizás demasiado, más del que hubiese esperado y más del que esos lectores que tenía ya más o menos fidelizados, estarían dispuestos a esperar. Pero aquí me ves de vuelta, dispuesta a retomar algo que siempre ha sido una vía de escape para mí, una motivación íntima que ponía un poco de orden dentro de una maraña interna de ideas y pensamientos. Y como no podía ser de otra manera, no sólo vuelvo con energías renovadas, sino también con un cambio de imagen más acorde a mi personalidad, que refleja mucho mejor quién soy yo y, por tanto, lo que es este blog.

Hace algunos meses, una persona a la que le guardo un especial cariño y respeto a nivel profesional, me dijo “Bea, hace tiempo que no escribes”. Era cierto, había dejado de escribir, pero por alguna razón dentro de mí sentí entre satisfacción y vergüenza. Satisfacción porque me hacía ver que hay personas que, a pesar de no tener mucho contacto diario ni una relación muy personal, me valoran y aprecian mi trabajo. Vergüenza porque aquello me hacía enfrentar una realidad que yo misma había escondido bajo una excusa.

Mi respuesta fue automática: “he perdido la inspiración“. Teniendo en cuenta que estoy bastante lejos de ser Picasso o Ken Follet, decir que había perdido la inspiración podía sonar un tanto pretencioso por mi parte, pero era cierto, no tenía una sola idea para plasmar sobre la pantalla.

El caso es que aquello me hizo darle vueltas al coco y reflexionar sobre esa respuesta. ¿Realmente ya no tenía nada que contar? ¿Dónde estaba mi “musa”? ¿No había vivencia o experiencia sobre la que escribir? Lo dudaba. Pero, sin embargo, ni ideas, ni ganas. Ni una chispa que encendiese un artículo. Silencio absoluto.

Finalmente llegue a la conclusión de que era la excusa perfecta para no sentarme frente al ordenador. Como no tenía ideas, no merecía la pena ni intentarlo. Además, el “problema” se había agravado cuando en un par de ocasiones había intentado forzosamente escribir algo sin éxito.

Quizás esto pueda sonarte algo familiar. El deporte es un ejemplo bastante común. Cuando llevas tiempo practicando o entrenando y por algún motivo dejas de hacerlo. Conforme va pasando el tiempo, cada vez te cuesta más retomarlo. Te aferras a mil excusas, que si hace frío, que si no tengo tiempo, que si mi lesión no termina de estar curada, y un largo etcétera. Tus circunstancias no han cambiado tanto como para no permitirte volver a tu rutina. Ahora en tu ranking de prioridades esto está rozando el suelo, lo que te genera todavía un malestar mayor. Sencillamente has perdido la motivación, no te sientes con fuerzas.  Has olvidado que es una actividad fundamental en tu vida, sobre la que incluso pivotan otras tareas o responsabilidades. Has perdido el foco.

Y eso es precisamente lo que me había pasado. Yo había perdido el foco. Había olvidado lo que es importante para mí. Era capaz de vislumbrar aquello que tenía cerca, lo que me rodea, aquello que puedo palpar. Pero me faltaba el foco, una mayor claridad, alumbrar con mayor alcance. Veía el blog como una actividad obligada. Había olvidado lo que me aportaba escribir y cómo me acercaba a mi visión en la vida, a aquel lugar donde quiero estar en unos años.

El apagón no había ocurrido por ningún evento dramático ni por ningún cambio drástico en mi vida. Tan sólo había perdido mi rutina, aquellas funciones y actividades interiorizadas que me ayudan a estar activa y generan una fluidez y un ritmo en mi vida. Había demasiado ruido, demasiadas distracciones y demasiadas desviaciones.

A veces estamos sometidos a tal cantidad de ruidos y distracciones que actuamos de manera automática y olvidamos lo que de verdad nos importa, aquello que nos llena y nos hace crecer. Se trata de pausar y parar para resetear. Se trata de recuperar nuestro motivo para la acción, o lo que es lo mismo, nuestra auténtica motivación. De entender qué nos hace felices y qué nos llevará a esa felicidad el día de mañana.

Para poder recuperar esa motivación, podemos contar con el apoyo de los que nos rodean e incluso tirar de recursos que aportan recomendaciones sobre cómo mantenernos motivados. Pero darnos cuenta comienza por uno mismo y trabajarlo es una cuestión de voluntad, de entendernos y aceptar qué nos ocurre para poder retomar nuestro rumbo.

El recuperar aquello que verdaderamente nos aporta, nos ayuda a veces a hacer frente a muchos de esos molestos ruidos que, aun siguiendo presentes, se convierten ahora en ruidos blancos, mucho más llevaderos y sin interferencias.

Si crees que puedes estar viviendo una situación similar, párate durante un tiempo y observa tu día a día desde otra perspectiva, trata de analizar qué te hace verdaderamente feliz y qué actividades te acercan a lo que tú entiendes por felicidad y al lugar al que quieres llegar. Rememora qué emociones vivías cuando hacías eso. Por ejemplo, si has dejado un deporte, trata de vivenciar aquello que sentías después de un duro entrenamiento. ¿Te sentías orgulloso?. Lo mismo ocurre con cualquier otro proyecto que hayas abandonado, ¿qué te aportaba?, ¿qué emociones se generaban en ti? Recupera aquellos “motivos para la acción”.

Cuando lo hayas hecho, ordénate y establece un plan de acción. Planifica pequeños objetivos, hitos, tiempos, fechas. Se trata de contraer un compromiso firme contigo mismo, ya que de otra manera muy posiblemente no hagas nada para cambiar tu situación. Ahora tienes el motivo, ahora acciónalo.

Lo importante es ser capaz de dirigir el haz de luz hacia nuestras motivaciones más intrínsecas y auténticas y emprender un camino que te acerque a aquello que tú entiendes por felicidad.

Unas veces es cuestión de adquirir un nuevo foco, pero otras veces basta con cambiarle la bombilla.

Nos vemos pronto.

Fuente imagen: Unsplash.com – Naletu

También te puede interesar:

  • El líder experienciadoEl líder experienciado
  • Hacer balance y proponerse ilusiónHacer balance y proponerse ilusión
  • El silencio que grita. Acoso escolarEl silencio que grita. Acoso escolar
  • Contra pereza y excusa: sentido comúnContra pereza y excusa: sentido común

Archivada en: Carrera profesional, Desarrollo personal Etiquetada con: autoconocimiento, Desarrollo, Motivación

Deja un comentario Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

BEA VALERO

Comparto mis reflexiones, ideas y aprendizajes para estimular el desarrollo personal desde una visión humana y también profesional. Me dedico a las Personas, mundillo más conocido como Recursos Humanos

¡Sígueme en Redes Sociales!

  • Instagram
  • LinkedIn
  • Twitter

Suscríbete




Aprende más sobre:

FORMACIÓN Y APRENDIZAJE
DESARROLLO PERSONAL
CARRERA PROFESIONAL
BIENESTAR Y SALUD
MARCA PERSONAL
RECURSOS HUMANOS
EDUCACIÓN

Copyright © 2017 beatrizvalero.es · Todos los derechos reservados
Contenidos por Beatriz Valero | Privacidad y Protección de Datos | Política de Cookies | Aviso Legal