Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la economía de este país es al excedente de titulados superiores, así como al alarmante número de jóvenes en paro. Por ello, me ha resultado de interés un artículo publicado en Expansión que analiza la tasa de paro en función de la formación.
Como ya sabemos, el grueso de parados de este país lo conforman, lamentablemente, trabajadores del sector turístico y de la construcción, los dos pilares de la economía española y, por lo tanto, los sectores más afectados por el golpe de la crisis. El hecho de que la mayor parte de los parados de este país no tengan estudios superiores no debería sorprendernos teniendo en cuenta qué sectores se han visto más “apaleados” por esta crisis.
Por otra parte, al margen de estos sectores y del tipo de formación que demandan, existe un alto porcentaje de jóvenes formados en estudios superiores que se encuentran en paro. Me gustaría hacer hincapié aquí en la siguiente frase “mientras que el empleo entre la población con estudios primarios se ha reducido en un 41%, entre los profesionales con titulación universitaria o superior sólo lo ha hecho un 0,1%”. Con esto entiendo que en los últimos años el empleo “destinado” a los profesionales con titulación universitaria no se ha creado y ha disminuido levemente. Teniendo en cuenta que durante los últimos años el número de matriculados en universidades españolas ha aumentado considerablemente, lo que me parece preocupante es que exista un gap importante entre los nuevos universitarios o titulados y el empleo ofertado. Por lo tanto, nos enfrentamos al conocido problema de la “titulitis” de este país, tenemos un claro excedente de titulados universitarios que no sólo se enfrentan a una falta de creación de puestos de trabajo, sino a una moderada, pero existente, reducción de los mismos.
Además, sería interesante conocer la cifra real de recién titulados superiores en búsqueda activa, ya que muchos de ellos no están registrados en el paro. Es decir, no sólo hemos de tener en cuenta a aquellas personas que han formado parte del mercado laboral y tienen una formación superior, sino también a aquellos titulados superiores que tratan de hacerse un hueco en el mercado a base de becas y más formación.
El hecho de que seamos uno de los primeros países en formación universitaria…¿cómo lo interpretaríais?. Yo, por una parte, lo interpreto como algo positivo. Es importante para un país tener una mano de obra cualificada y especializada que pueda aportar valor al mercado, que suponga un mejor desarrollo y una fuente de nuevas ideas y talento. Sin embargo, por otra parte me surgen dudas. En primer lugar, un país necesita mano de obra diversa (en cuanto a cualificación y formación se refiere), puesto que resulta difícil dar respuesta a tal número de universitarios. En segundo lugar, se genera ese excedente de titulados y también un “exceso” de formación. Es decir, hoy en día, parece la única alternativa para penetrar en el mercado y labrarse una carrera: los jóvenes se forman, buscan trabajo, no lo encuentran y continúan formándose, de manera que tener un master empieza a no ser diferencial y no hablemos, por supuesto, de una carrera universitaria.
Personalmente, soy partidaria de la formación continua, en el trabajo y en la vida, de aprender y aprovechar cada momento, de leer, de curiosear, de debatir, de estudiar, de analizar…pero considero que tener tres carreras universitarias no es siempre la llave para entrar en el mercado ni la escalera para subir alto y llegar lejos. La clave es coherencia, adecuación, consonancia y concordancia…es decir, que no se exija el master del universo para un empleo que no lo requiere y que no se emplee a universitarios en empleos que no requieran una formación superior. Que requisitos y funciones desempeñadas vayan por el mismo camino. Ya que al final, todos somos igual de válidos y de aptos, solo depende de para qué.
Fuente imagen: Unsplash.com – Baim Hanif
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