
El 2020 está siendo, sin duda, el año más peculiar en toda mi vida. Creo que no soy la única que se siente así, y que todos lo recordaremos (espero) durante mucho tiempo, que durante años comentaremos con amigos cómo fue el 2020, recordaremos anécdotas y contaremos nuestras vivencias a nuestros hijos y a nuestros nietos cual “abuelo cebolleta”.
A mi 2020 se le sumó mi maternidad y un cambio profesional. Un “todo en 1″en toda regla. Lleno de vaivenes emocionales de principio a fin, de aprendizajes y adaptaciones. No ha sido fácil en muchos momentos, pero no puedo negar que ha sido el año más emocionante que he vivido y, quizás, el menos previsible. Un “out of the box” de campeonato.
Mi embarazo y el cómo impactó este en mi vida personal y profesional me llevó a muchas reflexiones. No hablemos de la maternidad…y entonces llegó esta pandemia y el posterior confinamiento, cual película de ciencia ficción…aunque basada en hechos reales. Y en esta coctelera explosiva, se me podrían haber ocurrido multitud de posts, pero digamos que no estaba para eso y tal cual entraban en mi cabeza ideas para escribir, salían (o más bien yo abría la puerta para dejarlas salir).
El motivo no era otro que una cuestión de prioridades. Mi blog, entre otras cosas, no era mi prioridad. Y es que en este 2020 me he dado cuenta de que es fundamental tener claras nuestras prioridades en la vida para gestionar y vivir nuestro día a día de manera más plena y calmada, sobre todo en situaciones de auténtica revolución.
Cualquier experiencia nueva nos puede generar estrés, más aun si no somos capaces de controlarla. Con la vida que llevamos hoy en día, las experiencias nuevas están al alcance de nuestra mano, teniendo a nuestra disposición multitud de actividades y vivencias por descubrir, queremos hacer de todo y probar todo lo posible. Y con esta parrilla de cosas por hacer, somos expertos en llenar nuestra lista de “to do’s”, que se apilan y se apilan hasta casi asfixiarnos.
Tener un bebé debe ser una de las experiencias más incontrolables e imprevisibles de la vida, además de una de las más maravillosas, por supuesto. Pero es pura incertidumbre y aprendizaje constante. Vivir una pandemia y estar confinados en casa durante meses es sencillamente algo inconcebible.
La mejor manera de hacer frente a este panorama, al menos para mí, ha sido tener claras mis prioridades en esta nueva etapa de la vida. Eso me ha ayudado a afrontar el día a día con una actitud más optimista y con mayor capacidad de relativizar las cosas. Quizás haya sido cuestión de supervivencia, pero lo cierto es que tener claras esas prioridades ha supuesto una forma de liberarse.
En este tiempo me he dado cuenta de la cantidad de cosas por hacer que pululaban en mi cabeza y el estrés que me generaba muchas veces tratar de cumplir todas. La mayor parte de las cosas me parecían necesarias y ya sabéis, el que mucho abarca, poco aprieta…
Tanto con el nacimiento de mi hijo como con el confinamiento, la prioridad ha sido la supervivencia. Primero del pequeño, después de la familia. Pero también el contacto social y familiar, con o sin videoconferencias. Aunque ahora sea otra vida social. Después del confinamiento, como ya comenté en mi post anterior, la vida se ha convertido en algo mucho más sencillo, donde la prioridad es cuidarse y mirarse a los ojos.
Como decía, tener claras nuestras prioridades y aceptar la nueva situación es liberador. Nos ayuda a reducir el estrés y la tensión que nos genera el querer realizar multitud de actividades y tener una larga lista de cosas por hacer. Esto no quiere decir que vayas a dejar de hacerlo, pero sí entender que en el momento actual el foco ha de estar en otro sitio. Si tratamos de enfocar a todas partes a la vez es muy posible que apenas seamos capaces de dar un paso.
Al principio ha sido difícil, y hay días en que las fuerzas flaquean, pero entender y aceptar esto me ha dado tranquilidad y paz cuando he dejado de hacer otras cosas. Me ha ayudado a asumir un momento de mi vida concreto, tomar decisiones de forma más ágil y tratar de disfrutar y sacar lo mejor de la situación, a pesar de las complicaciones del momento.
Nuestras prioridades son cambiantes, van y vienen y dependen de nuestras circunstancias actuales. Nos ayudan a ordenarnos, a enfocarnos en lo importante, a liberar nuestra cabeza de otras tareas y a tomar decisiones desde la aceptación y la seguridad. Espero que en este año raruno, esto os sirva de algo.
Cuidaos. Y cuidad también al resto, por favor.
Beatriz Valero
Fuente de la imagen: Unsplash.com
Deja un comentario