Cada vez estamos más habituados a escuchar términos como empatía, relaciones sociales, autocontrol, etc. que forman parte de lo que ya conocemos como “inteligencia emocional” y que van adquiriendo una mayor relevancia dentro del desarrollo de competencias personales que buscan los organizaciones.
Concretamente, las relaciones sociales viven un momento de auge favorecidas por las herramientas 2.0, que ya todos conocemos, y que permiten llevar a cabo una potente labor de networking social y profesional.
El interés por incrementar las redes de contactos puede llevarnos a un uso incorrecto de nuestra capacidad para socializar. Muchos son los casos de personas orientadas a multiplicar su número de contactos sin criterio alguno.
Las relaciones sociales se buscan, fluyen, se provocan, se amplifican, se intensifican, se refuerzan, se mantienen, pero NUNCA se fuerzan ni se venden. Es decir, no necesariamente tener dos millones de contactos en linkedin y twitter implica ser un “hacha” en el networking y tener una trayectoria profesional admirable. Tampoco ser extrovertido y tener sentido del humor supone ser un “habilidoso” social en potencia.
De forma innata, hay personas con una mayor habilidad para relacionarse con otras, mientras que hay otras personas que encuentran mayores dificultades. Sin embargo, es posible aprender y mejorar nuestra capacidad para relacionarnos, lo que no implica necesariamente ser un ser carismático y extra simpático con dotes de liderazgo.
He conocido a personas no especialmente extrovertidas ni encantadoras que, sin embargo, disponen de una red de contactos muy amplia que retroalimentan constantemente. Estas personas saben cuidar esos contactos, les “fidelizan”, y crean otros nuevos de forma casi espontánea y desinteresada. Una red de contactos amplia y en línea con tus intereses puede aportarte grandes beneficios, si bien el fin del networking no debe ser el esperar algo a cambio, precisamente porque en ocasiones es tan palpable que genera un fracaso absoluto.
Hay personas cuya labor de networking funciona de forma constante y “descarada”. Su perseverancia por incrementar su red de contactos entra en conflicto con sus propias habilidades sociales. A priori, estas personas pueden resultar simpáticas pero carecen de aquellos aspectos más relevantes en las relaciones sociales como podrían ser empatía, discreción, generosidad, flexibilidad, adaptación, reconocimiento…
Este tipo de individuos disponen de un número elevado de contactos a corto plazo, sin embargo, a medio o largo plazo les resultará complicado recurrir a dichos contactos precisamente por su propia falta de respuesta.
Con todo ello, quiero decir que no resulta imprescindible tener una red de contactos muy extensa, sino que lo verdaderamente relevante es ser capaz de ir añadiendo progresivamente a tu lista de contactos a aquellas personas que vas conociendo a lo largo de tu vida, con las que has compartido o puedas compartir algún día un interés en común, o simplemente un buen momento.
En resumen, al margen de tener o no una red de contactos, disponer de habilidades sociales es una competencia hoy en día muy reconocida y valiosa, tanto en tu vida personal como profesional. Por ello, animo, sobre todo a aquellos a los que supone un reto, a potenciar su capacidad de relación, a incrementar y mantener los contactos de forma viva, a llevarse bien con la gente, a tratar bien a los demás, a respetar, a ser agradable y agradecido, a intercambiar información y conocimiento, a ser amable, altruista, considerado, a no hablar mal de los demás, a desear a los que te rodean éxito, a ser positivo, honesto, benévolo, justo, comprensivo, empático…y, en fin, a ser sociable y social.
Fuente imagen: Unsplash – rawpixel.com
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