De unos años para acá, no dejamos de leer y escuchar hablar de la brecha generacional, de cómo será el entorno organizativo una vez que los millennials empiecen a ocupar posiciones directivas, de cómo las empresas han de prepararse para un cambio principalmente cultural iniciado no sólo por sus empleados, sino por sus propios clientes. Pero este cambio, esta evolución, es responsabilidad de todos y de cada uno de nosotros.
Hace dos años decidí cambiar de posición dentro de la compañía en que trabajo. Creedme que cuando se lo conté a mis padres, se quedaron a cuadros. No entendían como estando feliz con lo que hacía y en una posición estable, quería cambiar a algo desconocido. “Me apetece un cambio y quiero seguir aprendiendo, simplemente” les dije. Nunca cuestionaron nada y siempre lo apoyaron, pero sentí que no lo entendían, que les parecía un riesgo innecesario.
Hace unos días fui a casa de mis padres a comer (no perdono una buena ración de cocido 😀 ). Normalmente me quedo a tomar un café después y charlar un rato tranquilamente, pero ese día tenía que marcharme a “hacer cosas” y mi padre se interesó por esas cosas. La verdad es que no le di mayor explicación porque pensé que si le decía que iba a ponerme a indagar por internet para sacar ideas para noséniqué pero algúnproyectoquesemeocurra, pues quizás me miraría con cara rara.
Cuando me oyen comentar que voy a una feria el fin de semana de alguna temática, les doy la charla sobre alimentación sostenible, le echan un vistazo a los libros de mi librería, o me escuchan una conversación en la que dibujo un futuro de proyectos “extra laborales”… ellos me miran entre con extrañeza, curiosidad e incluso interés.
Ellos están ahí como espectadores pero, ¿por qué no quieren entrar?, ¿o tal vez soy yo quien no hago porque entren?. ¿Me he parado a dedicarle el tiempo que ellos necesitan para explicarles qué me motiva y qué estoy buscando?. La brecha generacional también se produce en casa.
Esto mismo ocurre en las organizaciones. Independientemente del nombre que le haya dado a nuestra generación y de la mentalidad de cada individuo, la brecha generacional está ahí y se hace cada vez más y más visible en cada proyecto. Y mientras algunos demandan más y más cambios, de una forma cada vez más impaciente y con mayor rapidez, otros se resisten y, mientras tanto, la organización, entendida como un ente que pesa toneladas, trata de moverse a una velocidad que hace que sea prácticamente imperceptible.
A unos se les pide que cambien, apenas sin saber por qué, a otros se les pide paciencia, sin visión a futuro. ¿El resultado? Insatisfacción por ambas partes y una brecha generacional que es cada vez más amplia.
Pues como millennial o lo que quiera que seas o te sientas, la responsabilidad también es tuya, mía, y de cada una de las personas que componen una organización o sistema, ya sea tu empresa o tu familia. Hemos de hacer partícipes al resto de la necesidad de un cambio y del cambio en sí mismo, hemos de permitirles contribuir para poder comprender.
La vía para reducir esa brecha generacional es el diálogo, desde la empatía y adaptando el discurso sí, pero transmitiéndolo. Queremos que las organizaciones comiencen a cambiar y que la cultura evolucione, sobre todo en este país. Y queremos que entiendan que las motivaciones han cambiado, que si nos miramos cada vez más el ombligo no es cuestión de egoísmo ni prepotencia como comentaba en este post, sino porque hemos decidido que nos vamos a querer y cuidar un poco más. Pero ¿cómo vamos a conseguirlo si ni si quiera somos capaces de hacerlo en un entorno de absoluta confianza como es la familia? Mis padres descubrieron mi blog por casualidad hace unos meses y yo nunca me había planteado contárselo.
Cuántos de nosotros apenas involucramos a los que queremos en nuestras decisiones e indecisiones, independientemente de que la responsabilidad sobre la decisión final sea nuestra. No es tanto cuestión de aprobación por su parte, sino de permitirle a la otra persona comprender qué buscamos, cómo vemos el mundo y evitar ese “es que no lo van a entender”, “ellos están hechos de otra pasta”.
No necesito que mi padre, mi madre, mi jefe, me “compre” o le entusiasme que quiera escribir este blog, o que quiera poder desarrollar una pequeña idea propia. Tan sólo necesito hacerle comprender por qué es importante para mí, qué me aporta y qué significa, de la misma manera que otras cosas les aportan a ellos. No tengo que llevarle a mi terreno, no voy a hacer que mi motivación o satisfacción sea la misma que la suya, de hecho, yo también tengo que comprender que su visión del mundo es otra.
La reducción de esa brecha generacional, el acercamiento entre generaciones, comienza con el intercambio de palabras. No sirve la crítica, la ignorancia, la indiferencia, la imposición, ni la rendición. Nuestra contribución al cambio es romper estereotipos, dejarse conocer y, a la vez, ser más empáticos, adaptar el discurso y, por supuesto, involucrarles de principio a fin.
Somos responsables no sólo de que se reduzca esa distancia, sino de que esa aproximación ocurra de la forma más suave, ventajosa y agradable posible para ambas partes.
Beatriz Valero
Fuente de la imagen: Unsplash.com (Ian Schneider)
CATALINA dice
Totalmente de acuerdo contigo Beatriz. No sirve la crítica, sino la aportación para hacer desaparacer esta brecha. Es nuestra responsabilidad mejorar las cosas.
Beatriz Valero dice
¡Gracias por aportar Catalina! Hay que comenzar por uno mismo y hay que comenzar ya, el verdadero reto llegará cuando la generación Z se incorpore al mercado laboral. Que tengas un buen día.
David Sánchez dice
Hola Bea.
Estoy de acuerdo con lo que comentas. Siempre es bueno una disposición a dialogar, explicar e incluso implicar a otros, aunque ello no tenga como objetivo el convencer.
Porque convencer, lo que se dice convencer de un cambio, únicamente tiene que estar convencida quien está dispuesta a abordarlo… con las muchas dudas y riesgos que ello conlleva.
Así que a seguir con ello, que algunos no somos millennials por edad… pero sí de espíritu 😉
Abrazo!
Beatriz Valero dice
Gracias por tus comentarios David! Totalmente de acuerdo, el cambio está ocurriendo, queramos o no, y con la generación Z el impacto será mayor, por eso es importante trabajarlo y alcanzar puntos en común. Efectivamente sois muchos millennials de espíritu y, precisamente, creo que vuestra ayuda en esto es clave. Un abrazo fuerte